Los podólogos, como cualquier profesional médico, exploramos a nuestros pacientes y por ello tenemos la oportunidad cada día de ayudarles a detectar posibles cánceres de piel. El diagnóstico precoz es fundamental para evitar desgracias mayores y por eso estar atentos a las manchas que detectamos en nuestros pacientes puede suponer una gran diferencia.
Aunque no es la función del podólogo, los pacientes como poco agradecerán el interés. Por supuesto, no hay que ser alarmista y ante todo, al no ser expertos, se debe sugerir al paciente que acuda a su médico de cabecera para que revise la mancha sospechosa y en su caso que le derive a un dermatólogo. Nos debemos fijar especialmente en los grupos de riesgo: personas con piel clara, personas que pasan mucho tiempo al sol, gente que vuelve de vacaciones en la playa, pacientes con historiales de cáncer de piel en la familia, mayores de 50 años, trasplantados y personas con muchos lunares (más de 50).
Cuando veamos una mancha tenemos que sospechar cuando se de alguno de los siguientes parámetros:
- Mancha asimétrica
- Mancha con bordes irregulares
- Mancha con varios colores
- Mayor de 6 mm
Por supuesto, ante la sospecha, lo primero que tenemos que hacer es preguntar al paciente si percibe que ha cambiado de tamaño, forma, color, si ha sangrado, si ha sentido picor o si ha percibido cualquier otro síntoma relacionado con dicha mancha. En caso de que sí haya percibido cambios, hay que recomendarle acudir inmediatamente a un profesional, en caso negativo se le debe recomendar que al menos vigile cualquier cambio (sin tanta premura, pero también debería visitar a su médico de cabecera).
Os dejo el enlace a un tríptico para imprimir que elaboraron diversas empresas para la campaña euromelanoma el año pasado. Por último recuerda siempre a tus pacientes con riesgo que deben protegerse del sol.
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