Desde que existe en España la diplomatura en podología (ahora grado), los podólogos y la podología siempre habían gozado de una buena reputación y sus profesionales gozaban de un prestigio y un buen salario. Abrir una clínica de podología era una inversión garantizada y que tu hijo te dijera que quería ser podólogo un motivo de satisfacción.
Esta claro que siempre hubo problemas, no todo era de color de rosa. Establecerte en un lugar jamás fue sencillo, ni para una clínica podológica ni para un banco, pero en poco tiempo lograbas sacarlo adelante mal que bien. El prestigio de los profesionales de la podología tampoco es que costara poco ganarlo, había que luchar contra mucho gañan y vencer la resistencia de aquellos pacientes que confundían podólogo con callista, pero con tiempo y paciencia, la verdad se acababa imponiendo.
Sin embargo, la semana pasada me sobresaltaron dos noticias. La primera de ellas hablaba de un podólogo que ha sido condenado por simular un robo a su propia consulta para cobrar el seguro; y la segunda es una noticia que dice que en las universidades gallegas no se han llegado a cubrir todas las plazas de podología. Si a esto le aderezamos algunos casos que otros podólogos nos cuentan en sus blogs de profesionales que se pelean por las plazas en residencias ofreciendo precios cada vez más bajos, solo me viene a la mente pensar que la podología también está en crisis.
Esta crisis económica que nos azota desde hace ya varios años, al parecer también ha arrastrado a nuestro sector profesional. Que la situación sea económicamente tan insostenible como para que exista gente que simule robos en su consulta o le robe el trabajo a otro podólogo da mucho que pensar sobre la situación actual de la podología, pero que la situación haya llegado a afectar a la Universidad, dónde hay que recordar que podología era una de las carreras con los números clausus más elevados, debería llevarnos a reflexionar acerca del futuro de la podología.
Hablando con estudiantes recién diplomados o a punto de terminar, te das cuenta que pocos tienen ya la esperanza de abrir su propia clínica en un corto o medio plazo, se decantan más por trabajar para terceros o seguir formándose para esperar a «tiempos mejores». ¿Pero llegarán esos tiempos mejores? Las clínicas más o menos consolidadas tampoco están pasando buenos tiempos, pero mientras conserven la cartera de clientes fieles podrán mantenerse sin apenas dificultades. Sin embargo, la superveniencia a largo plazo, desde mi humilde punto de vista, pasa por la tecnología, por dotar a la clínica de un servicio diferencial, puesto que cada día hay más podólogos y menos pacientes que tengan posibilidades económicas reales para acudir a la clínica.
Me gustaría saber que opináis, ¿os ha afectado la crisis? ¿creéis que volverán los buenos tiempos?
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